sábado, 25 de abril de 2015

Si me ves, sentirás que te quiero.


La luz es vida cuando en la oscuridad se desdibuja tu cuerpo. Las sobras se corrompen cuando te acaricio la piel con los ojos y con los dedos. La luz, la de tus ojos, la de tus labios. No puedo respirar, no hay oxígeno en esta habitación tan vacía de ti. Me falta aquella media hora que no nos dimos, aquel último beso que no pasó. No tengo remedio, soy un naufrago de tu cuerpo perdido, de todas las horas que se fueron y no fuimos marea. Quiero ser tu mar. Quiero ser tu océano. Me falta el blues que tiene tu garganta y el tango que bailábamos bajo las estrellas. Tengo un mes de abril para ti, pero lo estoy gastando con otros labios que no tienen tu nombre pero me acarician y me cuidan el sueño. Después me siento vacía, aún más vacía cuando pienso en tu espalda, que es eterna y es la tortura más dulce que pude conocer. Te escribo porque te siento, aunque ya no duelas. Te escribo porque de vez en cuando revivo un reencuentro futuro y me recreo en como sería, en como te besaría otra vez. Te escribo aunque diga o piense que ya no me importas, que ya no te siento.